Al final del encuentro el Papa le confía que acostumbra a orar una hora a la semana con su jardinero evangélico, y la verdad me dejó mal sabor de boca como el pastor asume de esta conclusión, que fue el jardinero quien le enseñó al Papa a orar y el valor de la palabra de Dios. Pero a pesar de lo pomposo que terminó siendo el pastor (no se podía esperar que no intentara llevar el agua a su propio molino), el vídeo no deja de ser interesante.